En aquella infancia, de Ocaña, de Merckx, de Perurena, había un grupo de unos quince niños que nos inventábamos nuestras propias carreras en las pequeñas calles, reviradas, mezclando el asfalto con la tierra, los tortazos eran de aupa, pero más ganas nos daba de coger la bici, no había descanso.

Poco a poco, crecimos, yo emigré, a causa de la enfermedad de mi padre, a San Sebastián (País Vasco), desde allí se abre un paréntesis en mi relación con la bici, y no es hasta los dieciséis o diecisiete cuando mi padre me compra una bici de paseo “con marchas”, una orbea, “siempre Orbea”, y vuelvo nuevamente a sentir la impaciencia de pedalear, de sentirme vivo por unos momentos, se sentir la libertad más pura.

Pero no será hasta los veintiún años cuando comience a salir con la Peña Ciclista Huétor Vega, y a partir del año siguiente a competir en carreras, en categoría Aficionados, lo que hoy podemos conocer como la categoría Élite, allí me vi con los mejores ciclistas de aquella época, Francis Cabello, entre otros, el malogrado Manuel Ángel Ríos, de Dúrcal, y otros, Pedro Pérez, José Luis Salguero, Manuel Valero, Paco Pérez, y mi compañero y amigo, Salvador Martínez.

Nadie nos conocía, nunca habíamos corrido una sola carrera, y nos metimos en un mundo de lobos, de ir por esas carreteras con quince o veinte compañeros de la peña, pasamos a correr con cientos de ciclistas, en pelotón, hubo de todo, caídas, cortes, hacer el primo tirando de otros para que después te remataran, pero aprendimos muy rápido, no teníamos otra.

Junto a Salvador, comenzamos a hacer entrenamientos mejores, kilometrajes más largos, cuidamos la comida y las salidas, el descanso, la máquina fue sofisticándose, cada vez más, gracias a las manos de nuestros amigos, Jesús, alias Frascuelo y Paco Coleta, y las cosas, a partir del segundo año, ya no fueron igual

Nos metíamos en escapadas, estábamos en lo más alto del pelotón, y no ganábamos, pero dábamos guerra, nos sentíamos fuertes y sobre todo, descubrimos el mejor de los deportes, también llegaron triunfos, menores, pero no por ello menos importantes.

Toda esa gente que os he nombrado antes, al principio ni nos miraba a la cara, pero con el tiempo, hasta acabamos entrenando con ellos, y con una gran amistad, cuando entrábamos en escapadas con ellos, los relevos eran al cincuenta por ciento, nos convertimos por méritos propios en uno más de ellos, nos hicimos respetar en un mundo que desconocíamos, en un mundo que es de auténticas fieras.

Luego vendría, mi época de Entrenador Nacional de Ciclismo y con ello el proyecto de fabricar ciclistas desde la base, desde la edad de 11 o 12 años, el proyecto Huétor Vega 2002, iniciado gracias a Francisco Corpas y a Nono Reyes, con el Club Polideportivo Los Neveros, llegando a ser uno de los equipos ciclistas más laureados en los tres años que estuvo a pleno rendimiento, en Andalucía, y en algunos lugares de España, como en Soria, y Madrid.

Por último, la organización de la Vuelta Ciclista a Granada, 2.6 Internacional, el reto más importante que he tenido la suerte de organizar.

Después de un parón de más de once años, nace el Club Deportivo Guad al Xenil, con motivo del homenaje que preparo para Manuel Calvente, uno de aquellos alumnos aventajados del Club Polideportivo Los Neveros y que tuvo la suerte de llegar a correr en profesionales, con los mejores equipos internacionales.

Para esta temporada, año 2024, en el decimosexto año de vida del club, vamos a poner en marcha un calendario de salidas oficiales para los socios y simpatizantes que quieran disfrutar de este deporte.

Las Salidas Oficiales se van a realizar cada sábado, desde febrero hasta octubre.

Es, para mí, un orgullo poder compartir estas palabras y deciros que todos/as haremos de Guad al Xenil, un gran club donde podamos disfrutar de uno de los deportes más hermosos que existen.

Suerte y a pedalear.