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Esta octava etapa del calendario nos deparaba por destino el Valle de Lecrín. Desde primera hora de la mañana se preveía un día caluroso, donde la calima imperante de este primer fin de semana de la primavera contrastaría con las precipitaciones de jornadas anteriores. Los socios y simpatizantes del club Guad al Xenil nos lanzamos a la carretera con un objetivo entre las cejas: rodar de manera segura y eficiente. Y así lo hicimos. Nuestro discurrir por las localidades de la zona sur del área metropolitana auguraba que la ruta se iba a completar a muy buen ritmo. Y es que los relevos de ruleta que dimos desde Padul hasta el cruce de Nigüelas nos permitieron avanzar a gran velocidad. Relevos que se pausaron durante el largo descenso que emprendimos hasta Béznar, cuyo embalse reflejaba el gris del cielo. Se abrió, entonces, la caja de los petardos en la subida a Pinos del Valle; subida que formó parte del primer tramo libre de la etapa. Sin embargo, no por elló nos dejó de ofrecer una bellísima panorámica de la cara oeste de Sierra Nevada. Avituallamiento en la fuente y descenso hacia Restábal. Subíamos ahora hacia pleno corazón del Valle. Nuestro paso por Melegís, rodeados por naranjos y limoneros, supuso un deleite para la vista. Y es que los cítricos son un gran aliado del ciclista, debido a sus incontables aportes energéticos, vitamínicos y antioxidantes. Coronamos el puerto del Torrente, previo paso por Talará y el cruce de Acequias, para retomar el trabajo de relevos que tan buen resultado nos había dado en la ida. Y es que los kilómetros cunden donde hay cooperación y compañerismo. Nos plantamos, en un abrir y cerrar de ojos, en las primeras rampas del Suspiro del Moro con el propósito de ascender esta cota en el menor tiempo posible. La brisa cálida nos ayudó en esta tarea. Alcanzamos la cima en distintos grupos muy próximos unos de otros ya que, pese a la intensidad en la subida, el espíritu competitivo en nuestro grupo humano no va más allá de la camaradería. Pusimos rumbo a la capital sin piques, sin envidias y sin recelos; pero sí con la alegría y la satisfacción de regresar a casa una semana más, que no es poco.

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