Qué gran ruta de ciclismo tuvimos el privilegio de compartir el pasado sábado 4 de mayo. Nuestro destino: Sillar Baja. Emprendimos esta décimo tercera etapa, como de costumbre, desde Serrallo Plaza. Cruzamos de sur a norte la capital con las primeras luces del día. Día que se presentaba soleado y con una temperatura ideal para la práctica de nuestro deporte. Una vez dejado atrás el cinturón metropolitano, y a escasos metros del Cubillas, iniciamos el trabajo de relevos que iba a estar presente en nuestro discurrir por la antigua Nacional 323 que, pese a labores recientes de mantenimiento, sigue conservando su asfalto en muy mal estado. La anécdota del día la protagonizaron un compañero del club y el maquinista del tren que transita por aquella vía. Ambos se dieron mutuamente los buenos días; el primero lo hizo con efusivos saludos y, el segundo, tocando la bocina de su caballo de hierro. Así llegamos hasta Iznalloz, donde retomamos la marcha tras una breve parada de avituallamiento. Iba a dar comienzo ahora un trabajo de persecución, por el cual uno de los integrantes del pelotón iba a escaparse en solitario, mientras que el resto tenían que darle caza. Así se hizo. Este tramo de carretera hasta Darro, en plena comarca de los Montes, supuso un deleite para la vista: Sierra Arana, con sus cumbres de apariencia casi alpina, se elevaba majestuosa sobre los verdes prados que colorean sus estribaciones. A pesar del elevado ritmo durante la persecución, los socios y simpatizantes del club Guad al Xenil no dejamos de apreciar las maravillas de la naturaleza que nos rodeaba. Se trataba ahora de ascender a la casi recóndita localidad de Sillar Baja. La sinuosa pero apenas transitada carretera por la que se accede nos permitió pedalear a un ritmo sostenible hasta nuestro destino. En el recuerdo queda la tranquilidad de este bonito rincón de nuestra querida provincia. Marchábamos ahora de regreso a casa; sin embargo, la ruta iba a seguir revelándonos algunos atractivos más: el paisaje del Altiplano Granadino y el embalse de Francisco Abellán, perteneciente al municipio de La Peza. Desde este bello municipio encaramos la última dificultad montañosa de la jornada: el Puerto de los Blancares. Este puerto, largo pero tendido, se subió a un ritmo contenido. Coronamos y emprendimos el tramo favorable hacia Granada, previo paso por Quéntar, cuyo pantano había estado desembalsando agua las semanas anteriores. Un sábado más, llegábamos a casa dando gracias a la vida por hacernos disfrutar, con salud y en buena compañía, de nuestro querido deporte.